Reconocido como una de las grandes voces de su generación, Benjamin Bernheim debuta este domingo en el Teatro Colón en plena madurez artística.
En diálogo con Clarín, habló sobre la elección del programa, el desarrollo de su voz, y el significado que tiene para él presentarse por primera vez en la histórica sala de Buenos Aires.
-Dentro de muy poco vas a encontrarte por primera vez con el público del Teatro Colón. ¿Qué expectativas tenés respecto a este debut?
-Para mí significa muchísimo. Hace algunos años, cuando era un cantante joven, alguien me preguntó: “¿Cuáles son tus sueños?” Y, por supuesto, como joven cantante, uno piensa en la Ópera de París, el Covent Garden, el Metropolitan de Nueva York… Y también estaba en mi imaginación el Teatro Colón. Es un lugar mítico y legendario, especialmente para mí, porque Argentina está tan lejos de Europa… tan lejos de ese centro europeo que tiene hoy la industria de la ópera.
Con el tiempo, y hoy estando aquí, fui aprendiendo que Buenos Aires y Argentina son muy europeos: hay raíces españolas, italianas y también influencias francesas. Así que, para mí, era realmente un objetivo, una meta de éxito, poder estar en el Teatro Colón. Además, me enteré de que el público aquí es muy especial, muy particular, cálido y acogedor.
-Ahora que ya está confirmado el programa, ¿qué recorrido musical proponen junto a la pianista?
-Es muy importante ofrecer una imagen panorámica de lo que soy hoy como artista. Quería presentar principalmente mélodies, pero luego, conversando con mi equipo, entendimos que en Sudamérica era necesario proponer una visión más amplia. Me veo a mí mismo -y también entiendo así lo que significa ser cantante de ópera- como un artesano. Eso implica la repetición de un savoir faire, como ocurre con un atleta, un relojero o en muchas otras especialidades de alto nivel.
Se trata de mostrar lo mejor de nuestras capacidades sobre el escenario; entonces limitarme solo a la ópera resultaba insuficiente, y presentar únicamente mélodies era restrictivo. Quería resaltar mi especialidad en el idioma francés, que es muy importante para mí. Por eso el programa incluye mélodies francesas y arias de ópera.
También trabajé mucho en distintos idiomas, por ejemplo, cantaré en ruso, porque durante años me preparé con cantantes y pianistas rusos para abordar del mejor modo posible el Aria de Lensky en Eugenio Oneguin. Y como la ópera tiene raíces italianas, decidí no incluir italiano, pero sí cuatro mélodies de uno de sus compositores más importantes: Giacomo Puccini. Este programa es el resultado de años de trabajo muy intenso para alcanzar el nivel más alto de artesanía en mi interpretación.
Invitar al público a un viaje
-Con todo este trabajo que hiciste con tu identidad artística, ¿qué consejo darías a los jóvenes que aún están buscando definir su propia voz?
-Es una pregunta difícil de responder, porque hace veinte años no sabía dónde estaría hoy ni imaginaba que podría desarrollar tanto el repertorio francés. Tenía referentes -Alfredo Kraus, Roberto Alagna, Rolando Villazón, Plácido Domingo-, pero no tenía claro hacia dónde quería dirigirme. Descubrí año tras año mis posibilidades, y no diría que fue una sorpresa. Tenía un objetivo, pero con el tiempo comprendí que mi especialidad se encontraba en la línea del canto, en buscar la elegancia del sonido y en asegurarme de que el idioma -francés, ruso, italiano o alemán- se entendiera con la mayor claridad posible. Eso es fundamental.
A los jóvenes cantantes les aconsejaría confiar en el instinto creativo, porque todos somos diferentes, como las huellas digitales. Cada uno aporta algo nuevo al mundo de la ópera y del arte en general. Con el tiempo descubrí que lo más importante para mí es contar una historia: antes que la música está el texto. Hace unos años comprendí que lo que más me importa no es cantar una línea perfecta o una nota aguda impecable, sino invitar al público a un viaje, a recorrer un camino conmigo.
Si sos cantante, tenés que aprender a ser paciente con vos mismo. Hay que darse tiempo para descubrir en qué sos realmente bueno. Tal vez tenés una meta cuando sos joven, pero con el tiempo esa meta puede cambiar. A mí me pasó. Por eso: paciencia, confianza, perseverancia… y mucho amor por lo que uno hace.
-La palabra más desafiante que usaste fue “paciencia”. Hoy es un valor escaso, sobre todo para los cantantes jóvenes que sienten la presión de asumir roles demasiado pronto. ¿Cómo cuidás tu voz?
-Eso cambia con el tiempo. Ahora voy al gimnasio. Antes practicaba tenis, fútbol y otros deportes al aire libre, ahora ya no tanto, principalmente por falta de tiempo y porque es más riesgoso enfermarse. También practiqué boxeo durante algunos años; el shadow boxing fue un gran entrenamiento para mí. Hoy mi rutina diaria dura entre 45 minutos y una hora en el gimnasio. Es un momento para enfocarme y reconectar con mi cuerpo y mi energía, algo fundamental.
Además, salir y estar rodeado de gente es clave. Aunque ahora tengo menos tiempo, es parte de cómo cuido mi voz: manteniéndome cerca de lo que necesito y deseo. Tengo la suerte de contar con personas que me invitan a descubrir cosas nuevas, y creo que es muy importante no quedarse encerrado en el hotel, rumiando. Hay que salir, ir al teatro, al cine, probar nuevas comidas…
-¿Cuándo llegaste?
-Ayer llegué desde Lima, Perú. Y ya descubrí un poco la ciudad, tuve tiempo para salir a una parrilla…
-¿Conociste ya la cocina argentina?
-¡Síiii! (risas) Descubrí la increíble calidad de la carne en Argentina, y también lo amables que son las personas. En el restaurant, mi esposa y yo estuvimos sentados junto a dos hombres argentinos que conocían poco o nada de ópera. Uno era abogado y el otro trabajaba en el ámbito deportivo. Compartimos vino, carne, postres… fue una cena extraordinaria. Normalmente soy un poco tímido, pero esta vez tuvimos la fortuna de poder conversar.
Artista testimonial Rolex
Bernheim forma parte de un selecto grupo de artistas testimoniales de Rolex, una marca reconocida mundialmente por promover la excelencia y una artesanía de altísimo nivel.
El tenor valora especialmente esa idea de artesanía, que -según explicó- no solo está presente en la creación de relojes, sino también en el arte de cantar: una dedicación minuciosa, paciente y rigurosa que requiere entrega absoluta.
Expresó también, con auténtico compromiso, lo que significa para él este vínculo: “Es un gran honor estar vinculado a una de las marcas más importantes y reconocidas del mundo, y eso me impulsa a dar siempre lo mejor y superar mis límites. Uno de los lemas de Rolex es ‘Reach for the crown’ (Alcanzar la corona); y significa que, aún llegando a la cima, siempre hay más por alcanzar. Eso es muy inspirador para mí como artista, al ver también a atletas y otros artistas que comparten esa lucha por ir siempre más alto.”
-En este momento, ¿cuáles son tus próximas metas como artista?
-Hay un tiempo para cada cosa. La carrera tiene una evolución, y es peligroso querer hacerlo todo desde el principio. Si uno piensa a largo plazo, puede aspirar a una trayectoria sostenida, descubriendo los roles en su momento justo.
Todavía estoy en la etapa joven de mi carrera, con personajes como Romeo, Werther u Hoffmann, pero empiezo a acercarme a otros más maduros, como Un ballo in maschera de Verdi, Tosca de Puccini o La condenación de Fausto de Berlioz, que requieren una voz más asentada.
Lo fascinante es que incluso los papeles ya interpretados, como Werther o Romeo, pueden resignificarse con la experiencia. Volver a escena se vuelve más rico, más profundo. Tanto los nuevos roles como los que uno retoma son fundamentales. La primera vez que cantás algo es siempre especial: no hay una segunda primera vez. Y lo mismo sucede al debutar en el Teatro Colón: es un momento único e inolvidable en la vida artística.
Mirando al sur
Antes de despedirnos, el cantante quiso compartir una reflexión más personal: “Estoy profundamente honrado y emocionado de estar por primera vez en el hemisferio sur. Tuve la suerte de descubrir Lima, y ahora estoy descubriendo Buenos Aires. Aunque estemos tan lejos de mi tierra, el arte y la música nos unen».
Y agrega: «En cada ciudad donde hay un teatro y hay ópera, hay algo que nos conecta. Y descubrir el ritmo, el olor y la forma de hablar de esta ciudad es fascinante. Estoy profundamente agradecido de estar acá… y espero volver muchas veces”.