Rosalía Soledad Paniagua (34) sigue presa y para los investigadores ya no quedan dudas: mató sola al ingeniero Roberto Wolfenson (71) en un country de Pilar y logró someterlo porque se aprovechó de su indefensión.
A Wolfenson lo encontraron muerto el 23 de febrero pasado en una habitación de servicio de su casa del barrio privado La Delfina, en Derqui, al norte del Gran Buenos Aires.
Un primer perito había indicado que Wolfenson había fallecido por causas naturales, pero el fiscal Germán Camafreitas ordenó una autopsia, que determinó que había sido víctima de un homicidio.
Fue ahí que descubrieron que había sido asfixiado hasta morir y apuntaron a las últimas personas que lo habían visto con vida.
Roberto Eduardo Wolfenson tenía 71 años.Wolfenson fue estrangulado con un «elemento fino y fuerte» en una habitación de la planta alta de su casa del lote 397 del barrio, ubicado en Presidente Perón 1351.
El cadáver estaba “boca arriba, contra un rincón y con la cabeza debajo de un radiador”. Presentaba golpes en la cara, más precisamente en una ceja, la frente y hasta un corte en un pómulo, un fuerte impacto en la nariz y un corte interior producto de otro golpe en la boca, con una lesión en la parte interna de una de las mejillas. También, lesiones en los dedos y pelos en las piernas.
La última persona que reconoció haberlo visto vivo fue Rosalía Soledad Paniagua, una empleada doméstica que realizaba un reemplazo durante las vacaciones del personal de la casa.
La sospechosa, con lesiones en el codo dos días después del crimen.La había recomendado un vigilador del barrio y, el día del crimen, Wolfenson le anunció que había terminado la suplencia.
Una de las claves para imputarla y detenerla fue la activación del celular de la víctima en la estación de Derqui, donde la mujer tomó el tren para regresar a su casa de Williams Morris, en Hurlingham.
Con esa ubicación, los investigadores solicitaron las cámaras de seguridad de la estación, donde se la ve manipulando el celular y objetos de valor que habría robado de la casa de Wolfenson.
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Roberto Wolfenson (71) fue asesinado en su casa del barrio privado La Delfina. Por el crimen está detenida la empleada doméstica.
Ya detenida,los resultados de las pericias de ADN terminaron por complicar su situación: el ingeniero electrónico tenía material genético de la sospechosa debajo de las uñas de los dedos meñique y mayor de la mano derecha.
La mujer intentó instalar una versión de una tercera persona en la escena del crimen. Un hombre llamado Félix, a quien señaló como «amante» de Wolfenson y con quien habría tenido una discusión la tarde del crimen.
Paniagua, que también dijo haber sido víctima de una golpiza y amenazas de parte de esta persona, dijo que fue él quien la obligó a llevarse el celular, un candelabro, joyas y un parlante que puso en su mochila y que secuestró la Policía en su casa.
La empleada doméstica acusada de haber participado del crimen del ingeniero Roberto Wolfenson en su casa en un country de Pilar.No hubo ningún elemento en el expediente, en la casa ni en las pericias que permitiera corroborar su versión de los hechos.
Pero ¿pudo una mujer sola reducir y asesinar con sus propias manos a un hombre de 1,71 de alto y 75 kilos sin ayuda ni planificación?
De acuerdo a un informe interdisciplinario que se sumó al expediente esta semana, Paniagua sí pudo haberlo matado sola y con sus propias manos.
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La empleada doméstica suplente es la principal acusada del homicidio de Roberto Wolfenson.
Las tres claves, según los peritos, fueron las siguientes:
La escena del crimen fue primaria.El lugar del suceso fue en la habitación del domicilio de la víctima.Resulta probable, dentro de lo posible, que por el espacio físico, víctima y victimario hayan estado solos en el momento del hecho.El sábado 24 de febrero, cuando se supo que la muerte de Wolfenson había sido un homicidio, Paniagua no atendía el teléfono. Estaba, según dijo y se supo después, en el primer cumpleaños de su hijo.
Esas fotos también forman parte del informe pericial porque se observan allí lesiones en el codo compatibles con la «mecánica del hecho».
Según el informe, pudo haber empezado con un golpe en el pómulo derecho. La imputada se habría posicionado sobre la víctima, «empujada hacia el piso por impulso/peso y desplazada hacia la pared donde está el radiador, (inclusive por mecanismo de sus propias piernas en la resistencia) quedando su cabeza debajo de la estufa».
Con la rodilla derecha haciendo presión por sobre la clavícula de la víctima, le impidió levantarse y generó una zona de ataque «con estado de indefensión de la víctima«.
La casa de la familia Wolfenson en La Delfina, de Pilar.Luego, la asesina habría rodeado el cuello con un lazo y la víctima intentó defenderse interponiendo sus manos, lo que le dejó lesiones de defensa en los dedos.
La pericia fue firmada por los peritos oficiales, pero también por los incorporados por la querella, en manos de los hijos de la víctima y otra en representación de su pareja.
La causa
El fiscal Germán Camafreitas amplió la declaración de la viuda de Wolfenson, Graciela Orlandi, que pudo denunciar siete meses después que, además de los elementos ya denunciados como robados, el faltante de 800 mil pesos de la casa de La Delfina.
De acuerdo a la acusación fiscal, Paniagua se llevó el teléfono marca Motorola, un parlante con conexión bluetooth, auriculares y una menorá -un candelabro de bronce de siete velas usado para celebraciones del judaísmo-, que habría vendido el mismo día del crimen.
Graciela Orlandi, la viuda del ingeniero Roberto Wolfenson, asesinado en el country La Delfina de Pilar.La pareja de la única acusada por el crimen, Miguel Ángel Villasboa, declaró que la acompañó hasta una casa de compraventa de metales en San Martín donde vendieron el candelabro por 6 mil pesos.
En un allanamiento en la casa de la imputada, secuestraron el parlante robado que le había regalado a su hijo mayor.
La certificación de muerte por «paro cardio respiratorio súbito» del ingeniero Roberto Wolfenson (71) en un country de Pilar, firmada por el médico «Javier Mejía López», pero era su hermano. Foto @DRecchiniEn una ampliación de la declaración, Orlandi además denunció el faltante de dinero.
Según pudo saber Clarín, la investigación está cerca de ser elevada a juicio.
EMJ