La economía argentina, en términos macroeconómicos hace tiempo que dejó de ser una de tipo “abierto”, medido habitualmente como un porcentaje del flujo de todo el comercio exterior en relación al PBI de cada país. Eso daría una cifra cercana al 12% con picos de casi 15%, frente a un promedio mundial del 30%. Esto obedece no tanto a su posicionamiento como una economía autoabastecida (como podría ocurrir con la Unión Europea en su conjunto o los Estados Unidos) sino por el paulatino cierre mediante la combinación de tarifas aduaneras, controles cambiarios y barreras para arancelarias. Pero mientras todo esto ocurre, las empresas, especialmente las Pymes nacionales, toman nota y actúan en el terreno, sin tanto tiempo ni recursos para gastar energías en la discusión de política económica. La situación en este año es la de una mayor apertura, unificación cambiara de hecho y una promesa de ir liberando el comercio exterior de trabas para facilitar el abastecimiento de insumos como de bienes finales. Corroborando esta tendencia, el salto en las importaciones del primer semestre de este año (34% más que el mismo lapso de 2024), sobre todo abarcó al rubro bienes de capital, partes para maquinarias e insumos para producción local, que constituyeron casi las tres cuartas partes del total.
“Ahora pudimos ver que estamos normalizando una actividad que en cualquier otra parte se realiza sin problemas”, aclara Ariel Elizalde, country manager para América Latina de habla hispana de Positivo. Hace 17 años, la firma había ingresado al mercado mediante un joint venture con BGH, para la fabricación de productos de IT: notebooks, tablets, etc. Ahora, dieron un giro con la producción por su cuenta de celulares, smartphones de gama media con un contrato de fabricación en Río Grande, Tierra del Fuego. Además, importa directamente el resto de los “verticales” del grupo: dispositivos POS para el pago mediante tecnología blockchain, alentado por el crecimiento exponencial de los pagos remotos mediante teléfonos y tarjetas “contactless”. También, traen sistemas de iluminación LED, sistemas de control a distancia del hogar, cámaras de última generación, habituales en hogares, instituciones de salud y pequeñas empresas. “Positivo utiliza una estrategia diferencial: hay productos que sí conviene importar, que no se desarrollan aquí porque son de muy bajo precio, casi todos generados en un entorno con exigencias de escala muy grandes», completa.
En el caso de Beatriz Macaya, CEO de THAR S.A, distribuidora de Thermomix y Kobold en Argentina y Uruguay, el producto estrella (los robots de cocina Thermomix) fue creciendo en aceptación y si bien tiene un nicho de público selectivo, fue construyendo una red de comercialización directa que llega a más de 1.200 personas. Este es un dato clave porque la gama de productos ofrecida precisa del soporte de conocimiento y una argumentación basada en la experiencia para concretar ventas. Terminará este año con 10 locales para capacitación de clientes y vendedores, pero sobre todo para fidelizar al consumidor mejorando su experiencia. “En nuestro caso, la mayor facilidad para importar nos pone frente a más alternativas para el cliente, porque si bien no hay una competencia directa, nos obliga a estar más atentos a su experiencia”, comenta. Además de los mencionados robots de cocina, venden aspiradoras inteligentes Kobold, líderes en Italia y Alemania.
Por su parte, Ignacio Falgalde, gerente general de la empresa LifeCycle que comercializa perfiles de aberturas WPC, un producto reciclado de madera y plástico, sucesor de la madera, que no requiere mantenimiento y similar a una madera dura. Originalmente se producía en los Estados Unidos, pero luego se localizó en China porque utiliza resina de bambú, que allí abunda. La mitad de los componentes utilizados son nacionales: perfilería de aceros galvanizados, maquinaria para instalar, tornillería y herrería, lo que hace que casi dos terceras partes del valor final sea de incidencia local. “Ahora es más fácil importar, no hay cupos que aumentaban el precio: vendemos 30% más en volumen que en 2023 pero cayó el margen y hay que tener más volumen para ser competitivos” concluye.
Empezaron hace 15 años y fueron los primeros en comercializarlos localmente. En 2022 contaban con 20 empleados y ahora son 35 contratados en forma directa. Además, el proceso de instalación ocupa entre 50 y 80 personas más. Se expandieron con locales en Córdoba, Rosario, Canning y Hudson (para atacar sur del Gran Buenos Aires) y pronto irán a Mendoza. También, iniciaron un sistema de franquicias (la primera en Salta) en donde no quieren operar directamente.
Un complejo entramado productivo donde la única grieta es la de ganar o perder mercado para seguir en carrera.