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La propaganda triunfalista del gobierno y los caminos de la resistencia

“Vamos por todo”. Aquella frase, que se pudo leer -aunque no escuchar- de los labios de Cristina Kirchner durante un acto en Rosario, marcó todo un debate de época. Corría el año 2012 y, tras el abrumador triunfo de la ahora ex presidenta con un 54% en las presidenciales del 2011, esas palabras tuvieron múltiples usos políticos para apoyar o impugnar lo que haría la entonces mandataria con tanto poder acumulado. La historia, se sabe, se desarrolló después más o menos rápido. Rupturas, ajustes y descontentos por izquierda y por derecha con el proyecto kirchnerista llevaron a la derrota del Frente para la Victoria, primero en 2013 y después en 2015, cuando su candidato Daniel Scioli perdió contra Mauricio Macri.

La historia es vieja pero después tuvo nuevas versiones, de distintos signos políticos y diferentes contenidos, después de diversos resultados electorales que invitaron, a algunos, a sacar conclusiones apresuradas. O exageradas. Primero fue Mauricio Macri con su reformismo permanente después de su triunfo en las legislativas de 2017 y hoy es Javier Milei quien la reversiona, con su propia impronta y programa, en otro contexto y -nada menor- con otros números. Fue este miércoles cuando el actual presidente, subido al éxito de su victoria en las legislativas del 26 de octubre (con un 41% de los votos y una baja participación en comparación con los porcentajes históricos), le anunció al gran poder económico: “abróchense los cinturones porque habrá muchas más reformas”. Según Milei, el gobierno obtuvo en las urnas el “mandato del pueblo para profundizar la dirección del cambio” y tiene “el mismo nivel de popularidad que al empezar el Gobierno, pero con el triple de poder legislativo”. Además, remarcó que a sus pilares de gestión (cambiario, monetario y fiscal) le sumó las ’anclas de geopolítica y política’. “Argentina tiene la posibilidad de ser protagonista en el cambio de las reglas de juego globales y Estados Unidos necesita un aliado en América”.

En concreto, le prometió a su auditorio el presupuesto 2026, las reformas tributarias, laboral y de seguridad y, embriagado de entusiasmo, les dijo que “si hacemos las cosas bien el mundo podría llegar a hablar de crecer a tasas argentinas en los próximos años”. La escena transcurrió en la sede de Corporación América y, entre los hombres del poder que lo escuchaban, estaba su ex jefe y promotor, Eduardo Eurnekian.

Milei no habla solo, sino que su dispositivo de propaganda cuenta con algunos amplificadores entre distintos formadores de opinión amigos y algunas grandes empresas de medios de comunicación. Algunos, incluso hablan de que «se están alineando los planetas» o de hay que «patear un penal sin arquero».

El cuadro, de todos modos, que hace que las voces más serias y más críticas tengan algo de voz pero menos volumen (como veremos más abajo) sería imposible de completar si no fuera por la derrota, dispersión y colaboracionismo de los distintos partidos y coaliciones del régimen político, principalmente Fuerza Patria y Provincias Unidas, incluyendo a la siempre fundamental traición de la cúpula de la CGT. Solo así se puede entender que la narrativa oficialista ocupe en la coyuntura el centro de la escena de forma tan predominante (a pesar de que es cierto que persisten también en la agenda escándalos de corrupción), cuando las elecciones demostraron que La Libertad Avanza es tan solo una primera minoría y no un espacio mayoritario ni hegemónico. Más aún: cuando persiste un importante descontento social acumulado y teniendo en cuenta que una parte no desdeñable de los votos del gobierno fueron conseguidos más por espanto que por amor. Más abajo nos referiremos a la situación de la izquierda y a diferentes luchas que reflejan estas contradicciones mucho mejor que la superestructura del régimen y de ese modo constituyen contratendencias que anticipan algunos de los problemas que van a venir.

El peronismo, que viene de acumular un triple fracaso como gobierno, como intento de frenar el ascenso de Milei y ahora como oposición, se encuentra actualmente no solo en estado de desconcierto sino también de gran profundización de sus internas (principalmente entre Cristina Kirchner y Axel Kicillof) y de fugas en el Congreso Nacional, como sucede con los movimientos de los tucumanos que responden a Osvaldo Jaldo y de los catamarqueños que siguen a Raúl Jalil. Tal y como denunció el Frente de Izquierda Unidad durante la campaña electoral, las listas de Fuerza Patria estaban plagadas de panqueques y traidores que posaron de opositores tan solo durante unos meses.

También en las últimas horas se conoció la oficialización de la incorporación de tres miembros del radicalismo al bloque de La Libertad Avanza : Mariano Campero, Luis Picat y Federico Tournier.

El oficialismo queda cerca entonces de convertirse en primera minoría en la Cámara de Diputados y el libro de pases aún sigue abierto, especialmente en momentos en los que se negocian el Presupuesto 2026 y las posibilidades de tomar endeudamiento no solo para el Estado nacional y las empresas, sino también para las provincias. El toma y daca está a la orden del día.

Solo este clima político en la superestructura es el que hace que pasen debajo del radar, o al menos no tengan suficiente volumen en el debate público, discusiones de gran importancia estratégica. Entre ellas, la referida a la situación de Donald Trump. Si Javier Milei fue rescatado por el presidente norteamericano cuando estaba al borde del abismo, lo que aún no se sabe es quién rescatará al mandatario republicano de su crisis. La dependencia argentina de Estados Unidos se ha redoblado y lo cierto es que en el país del norte No Marcha Todo Acorde al Plan, sino todo lo contrario: la popularidad del líder de ultraderecha está en picada en el marco del recrudecimiento de los escándalos que lo vinculan a la red de abuso y tráfico sexual de Jeffrey Epstein; la base del MAGA (Make America Great Again) está en llamas por ese caso, indignada y a su vez dividida por feroces internas políticas, ideológicas, filosóficas y religiosas entre ellos; los demócratas vienen de triunfos electorales, de los cuales el más resonante tuvo lugar en Nueva York a manos de Zohran Mamdani; y las movilizaciones contra el autoritarismo y por el descontento social en un marco inflacionario fueron de millones de personas hace pocas semanas en la jornada “No kings”; por no hablar del desorden mundial y deterioro de la hegemonía norteamericana con la cual tiene que lidiar Trump.

En el debate argentino, son pocas las voces que se animan a problematizar en voz alta cómo podría afectar a nuestro país el desarrollo de esta crisis del inestable Donald Trump, y ni hablar de qué pasaría si el republicano perdiera las elecciones de medio término que tienen lugar el año que viene.

De momento, la euforia de ciertos sectores capitalistas vive una fiesta esencialmente financiera, que apuesta a intentar prolongarse lo más posible con un regreso al mercado de deuda que permita refinanciar vencimientos, y con el anuncio de un acuerdo comercial y de inversiones con Estados Unidos que, aunque no se conoce aún su letra chica, se perfila como un trato completamente desigual para el saqueo del país y que, más allá de algunos sectores extractivistas de poca generación de empleo, podría significar un golpe fuerte para grandes sectores de la economía nacional, principalmente los vinculados al mercado interno y a todos aquellos que no puedan competir en el marco de la política aperturista.

Son debates que existen entre los analistas más serios cuando se va un poco más fino y más allá de las consignas exitistas, dado que, a pesar de la propaganda triunfalista, muchos de los problemas que existían antes del 26 de octubre siguen ahí presentes, aunque algunos prefieran fingir demencia. Son temas como la existencia de reservas netas negativas del Banco Central o la caída del consumo masivo y la pérdida de empleos, entre otros temas importantes, junto con el hecho de que el «plan» está atado a la frágil suerte de Donald Trump. Incluso, en su propia lógica la hoja de ruta implica dejar como perdedores a sectores de millones de personas afectadas en su empleo, en su salario, en su precarización y en el desfinanciamiento de las jubilados, salud o educación. Es por eso que para el próximo período están inscriptas, sin dudas, posibilidades de resistencia que hay que proponerse organizar e impulsar.

En este sentido es de primer orden ponderar que existen ya contratendencias y puntos de apoyo contra la propaganda de triunfalismo oficialista y a la contribución que hacen con ella los partidos opositores del régimen. Nos referimos por ejemplo a las luchas ejemplares y triunfantes de las y los trabajadores del Hospital Garrahan y de las personas con Discapacidad que, plantándose durante meses, de manera firme, persistente, combativa y dando el debate por la opinión pública defendieron sus causas y ganaron a pesar de los ataques. También están los procesos de lucha y organización en Astilleros Río Santiago, Ilva, Ingenio Ledesma, Secco, Georgalos y docentes universitarios, entre otros. Son hitos que demuestran un camino opuesto al de las principales burocracias sindicales y políticas, y que marcan el camino que indica que se puede redoblar la resistencia, preparando desde las bases grandes movilizaciones y jornadas de lucha contra las reformas de Milei, pero también rodeando de solidaridad cada lucha para hacer no un Garrahan, sino dos, tres, cien Garrahan, hasta construir los volúmenes de fuerza para derrotar los planes del gran poder económico.

También existen distintos sectores que han comenzado a plantear el rechazo a las reformas de Milei y manifestado su voluntad de luchar contra ellas, como los aceiteros, los que se han reunido en Córdoba convocados por los químicos o quienes se han movilizado este miércoles en CABA en el marco del paro nacional de ATE, entre otros. Es necesario coordinar y desarrollar estas fuerzas para ir hasta el final y construir desde las bases de cada lugar de trabajo un paro general activo y plan de lucha con continuidad, sin ninguna confianza en la cúpula de la CGT, dispuesta siempre a negociar algún punto para traicionar de conjunto y dejar pasar lo esencial de los ataques. Los sectores de las direcciones sindicales que se dicen críticos de la CGT deben ser consecuentes hasta el final con sus palabras y no convocar solamente a jornadas aisladas. Es necesario construir una pelea contundente.

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Otro elemento de primer orden a tener en cuenta es que la crisis del peronismo no se expresa solamente por derecha, sino también por izquierda: nos referimos al importante descontento que existe entre sectores de la base social y electoral de Fuerza Patria con la actitud colaboracionista, moderada y pasiva que tuvo hasta ahora este espacio frente a Javier Milei. En esas franjas existen sectores dispuestos hoy a pelear, que ya han participado de grandes movilizaciones y luchas durante estos dos años y que están descontentos con sus direcciones políticas y sindicales que no han convocado a profundizar ese camino sino que los llamaron a esperar los tiempos electorales, estrategia que encima fracasó de forma rotunda. Y que, para colmo, esas direcciones hoy repiten el mismo libreto del principio de gobierno de Milei, con el relato de que el gobierno está fuerte y no se lo puede enfrentar. Son recetas de «oposición» que ya fracasaron.

En muchos de estos sectores, a su vez, existe una gran simpatía con el Frente de Izquierda Unidad, con sus principales referentes como Myriam Bregman, Nicolás del Caño, Alejandro Vilca o Christian Castillo, y también con los miles de militantes de todo el país a los que ven en los lugares de trabajo, de estudio y en los barrios estar siempre en la primera línea de lucha, sin especular ni panquequear frente a la ultraderecha y los planes del gran poder económico. No es casualidad que el Frente de Izquierda Unidad, que obtuvo 900.000 votos en todo el país, haya tenido su mejor elección en Jujuy con casi el 10 % de los votos, pero también que haya sido la tercera fuerza en el AMBA, a donde tuvieron lugar las principales luchas del último período, con más de un 9 % de Myriam Bregman en CABA (la mejor elección histórica del FITU en el distrito) y con más del 5 % en la provincia de Buenos Aires con Nicolás del Caño a la cabeza y muy buenos resultados en distintos lugares del conurbano, como por ejemplo La Matanza, con más del 7 %. Son resultados muy importantes cuya importancia se valora aún más si se tiene en cuenta que son un reconocimiento a los que siempre lucharon y que fueron obtenidos contra la corriente, en un marco de polarización y con el peronismo en la oposición presionando a un voto útil contra Milei. En sí mismos constituyen una contratendencia para construir y luchar contra la desmoralización que quieren imponer desde distintos sectores.

Al calor de esas batallas y estos puntos de apoyo está planteado organizar la resistencia contra lo que viene y también construir otra salida política, en la perspectiva de poner en pie un gran partido de la clase trabajadora, con un programa para que la crisis la paguen los capitalistas. El PTS, que plantea esta perspectiva, ha comenzado a realizar asambleas abiertas, convocando a miles de simpatizantes para debatir y organizar estas batallas. Te invitamos a sumarte.

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