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Los hermanos Milei y la venganza de los echados

La guillotina de los hermanos Milei tiene doble filo. Sirve para decapitar funcionarios -a razón de dos por semana-, pero no puede evitar que luego esos cadáveres sigan deambulando como zombis que desde el inframundo de la política buscan su venganza, a veces a cualquier precio. El caso de la ex canciller Diana Mondino es muy ilustrativo. Echada como un perro en octubre pasado por un voto favorable a Cuba en la ONU -para el cual tenía luz verde de sus superiores-, la ex funcionaria días atrás apareció en una entrevista en el canal Al Jazeera confirmando que al Presidente lo asesora su perro muerto, Conan, y diciendo que en el Caso Libra solo caben dos opciones: o Milei es estúpido o es corrupto. Tanto revuelo generaron las definiciones de la expulsada canciller que tuvo que que salir el vocero Manuel Adorni a ponerla en caja: “Seguramente estaba en un mal día”, dijo.

¿Qué otra cosa podía afirmar sobre una ex integrante del Gabinete que en un medio internacional se permitía esa venganza tardía? A diez meses de su renuncia forzada, Mondino le gritó al mundo que el rey, Milei, está desnudo.

Pero atención, porque no es la única que, una vez afuera del Gobierno, le paga a los Milei con la misma violencia con la que la echaron. Ahí está Carlos Kikuchi, el otrora jefe de campaña de Javier en las presidenciales de 2023, barrido del entorno por decisión de Karina y, desde entonces, muy picante cada vez que le hacen un reportaje. En el último, por el streaming de Infobae, confirmó lo que hasta entonces era un secreto a voces: que La Libertad Avanza, en esa campaña en la que él fue cesanteado, pactó con Sergio Massa, ministro de Economía del gobierno kirchnerista, para recibir ayuda en la fiscalización y de paso llenar casilleros vacantes en las listas libertarias. Lo dijo al aire, como si nada. Y si el escándalo no creció fue porque otro elefante, como siempre, tapó a ese. Los incesantes exabruptos de Milei tienen el mérito innegable de distraer la atención.

El que también sabe demasiado es Ramiro Marra, corrido del espacio por la hermana Karina, no queda claro por qué. El broker no solo pudo haberse convertido en un dolor de cabeza en las elecciones porteñas de mayo -aunque finalmente no llegó a morderle votos al mileísmo-, sino que además es una bomba de tiempo por la información de primera mano que maneja. Si Marra contara en público -como ya hace en privado- cómo financió a los Milei en sus comienzos en la política y puso a disposición de ellos las oficinas de su compañía de trading, si ventilara prácticas y negocios de esos tiempos protolibertarios, en fin, si contara lo mucho que sabe, sin dudas el Gobierno empezaría a transpirar. Acaso por eso Javier intentó rescatarlo tras el primer veto de Karina y lo designó como parte de su equipo de asesores económicos, pero la hermana insistió hasta cortar su cabeza.

Otro cabo suelto que dejaron los Milei es su ex jefe de Gabinete, Nicolás Posse, un hombre al que el Presidente conoce desde hace al menos veinte años. Se sabe que Posse tiene debilidad por la CIA norteamericana y que sigue en contacto con sus agentes en Buenos Aires, lo cual no es un dato auspicioso para el Gobierno. Por su grado de proximidad con los hermanos, está al tanto de todo. Karina lo ejecutó luego de considerar que él era responsable de algunas filtraciones periodísticas sobre un tema tan delicado para Milei como el de sus perros. Pero se equivoca: Posse es inocente en el Conangate.

Hasta “Yuyito” González, otra desterrada -en el plano afectivo-, aportó su granito de arena. Se cruzó con Karina en el desfile de Claudio Losano, el modisto de la hermana presidencial, y el saludo fue más que gélido. Luego habló ante los micrófonos: “A partir del día que anuncié el corte y durante más de un mes, hubo un desfile de personajes, enviados por quién no sé, frenados por nadie, hablando mal de mí y contando intimidades que no sé quién se las contó”, pasó factura. Y dejó entrever que también es una persona bien informada sobre los secretos del poder libertario: “Me enteré de cosas horrendas”, deslizó con tono enigmático.

A los Milei les convendría pensarlo dos veces antes de echar a alguien. ¿Un consejo final? Mucho cuidado con tocar a “Santi” Caputo.

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