Desde muy chico, Nicolás Cárdenas —hoy conocido como NEO— creció en un hogar atravesado por la música. Las canciones de bandas icónicas del rock nacional como Los Piojos, La Renga, La Pastilla del Abuelo y Ciro y Los Persas formaron parte del paisaje sonoro de su infancia.
“Era imposible no estar rodeado de música en mi casa”, recuerda en comunicación con El Patagónico. A pesar de eso, sus primeros pasos como músico estuvieron marcados por el asombro más que por el contacto directo con los instrumentos.
Fue recién en 2014, con apenas 9 años, cuando una nueva influencia lo sacudió: la movida del rap y la música electrónica. Artistas como Porta, Zarcort y el fenómeno Skrillex despertaron su curiosidad.
«Me voló la cabeza descubrir cómo esos estilos podían llenarte el pecho, transmitirte sensaciones tan intensas», afirma. Así comenzó a fascinarse por el universo de la producción musical y la posibilidad de crear desde una computadora.
DEL LAUNCHPAD AL ESTUDIO CASERO
La inquietud de NEO por experimentar lo llevó a sumergirse de lleno en el aprendizaje autodidacta. En un contexto donde los recursos eran limitados, transformó su curiosidad en su mayor motor: noches enteras mirando tutoriales, probando programas que le resultaban tan enigmáticos como una cabina de avión y enfrentando el desafío de aprender a prueba y error.
En paralelo, trabajó desde muy joven para poder costear sus herramientas: “Empecé vendiendo percheros con mi papá en un emprendimiento de carpintería y luego con un proyecto de ropa. Cada peso que ganaba lo invertía en el estudio: un micrófono, un teclado, una buena computadora”.
Así, desde su habitación, fue dando forma al lugar que hoy define como su “refugio creativo”, donde produce tanto su música como la de otros artistas.
EL SALTO AL ESCENARIO: LA EXPERIENCIA “POLIFONIA”
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El encierro de la pandemia en 2020 no hizo más que afianzar el vínculo de NEO con la música. La necesidad de expresar lo que las palabras no alcanzaban a decir lo empujó a componer y producir sin descanso. Ese proceso lo llevó, en 2022, a integrar Polifonía, una banda local donde se desempeñó como tecladista y productor musical.
“Fue un cambio brusco pasar de estar solo frente a mi compu a compartir con músicos con años de escenario. Pero fue un impulso enorme, aprendí de cada uno, me enriquecí muchísimo”, relata.
En ese camino cumplió uno de sus sueños: tocar en el emblemático Predio Ferial de Comodoro Rivadavia. “Para mí, que había empezado componiendo solo en mi cuarto, fue un logro gigante”, dice. La experiencia lo ayudó a superar el temor al escenario y a desarrollar otra faceta: la de músico en vivo.
UN PROYECTO CONCEPTUAL: EL “ADIOS” DE NEO
En paralelo a sus actuaciones y colaboraciones, NEO dio forma a un ambicioso proyecto personal que, según él mismo define, representa “un duelo, una despedida simbólica de etapas y versiones de mí mismo”. Se trata de cinco álbumes cuyas iniciales forman la palabra ADIÓS:
- A: Ambivalences (2023), un disco de lo-fi que explora los vaivenes emocionales y los primeros pasos hacia su identidad musical.
- D: Dimensions (2024), un viaje sonoro por el cambio profundo, donde explora la sensación de verse a sí mismo —o a los otros— como irreconocibles tras el paso del tiempo. Este álbum se sumerge en la electrónica experimental.
- I (en desarrollo): un trabajo más íntimo, centrado en pianos, cuerdas y orquestaciones, que revela su costado más clásico y emocional.
- Ó y S: serán los dos discos finales de esta saga, aún en proceso, con los que planea cerrar el círculo y dar paso a una nueva etapa artística.
“El proyecto ‘Adiós’ es un modo de cerrar etapas, dejar atrás inseguridades y rendir homenaje a lo que fui, para poder ser quien quiero ser”, explica.
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LA FACETA DE PRODUCTOR: IMPULSAR A OTROS DESDE LA AUTOGESTION
Además de crear su propia música, NEO se consolidó como productor de artistas emergentes. Su primera experiencia significativa fue con JCR, un cantante al que ayudó a dar sus primeros pasos en el estudio.
“Cuando lo escuché cantar, sentí que había encontrado un diamante. Lo conecté con otros productores porque entendí que él merecía todo lo mejor”, recuerda.
Hoy, desde su estudio casero, trabaja con un equipo de jóvenes artistas y productores que buscan darle un nuevo impulso a la música de Comodoro.
“Es muy loco que ahora la gente nos reconozca, nos pidan fotos… Es una confirmación de que estamos generando algo”, cuenta emocionado. Al mismo tiempo, se esfuerza por profesionalizar su trabajo: “Es fundamental que la música también se valore como un trabajo; que quienes producen, mezclan, graban y crean puedan vivir de ello”.
LA VISION DE FUTURO: UN NEO MAS CONECTADO Y COMUNITARIO
El futuro de NEO está cargado de proyectos: sueña con formar una banda instrumental que pueda dar vida en vivo a sus composiciones, registrar y compartir sus procesos creativos y consolidar una escena musical local que dialogue con el público desde un lugar auténtico y emocional.
“En tiempos donde hay una saturación de información y de inteligencia artificial, quiero que mi música sea un puente real con la gente”, señala.
Su último lanzamiento, Éxtasis, es un experimento sonoro junto a Alexis Cárdenas, guitarrista de Polifonía. “Es un blues-R&B que mezcla el teclado y la guitarra para transmitir placer y conexión, un mimo al oído”, describe.
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EL PODER DE LA MUSICA COMO FORMA DE TRANSFORMACION
La historia de Nicolás “NEO” Cárdenas es la de un joven que, desde los márgenes de los grandes centros musicales y con recursos limitados, supo transformar la adversidad en impulso creativo. Desde el encierro de su cuarto en el barrio Abel Amaya, donde todo comenzó como un juego entre sonidos y teclas, NEO construyó un camino propio que hoy lo encuentra comprometido con la música como forma de expresión, refugio y motor de cambio.
Su proyecto ADIÓS, su trabajo como productor de nuevos talentos y su empeño en profesionalizar su arte revelan a un artista que no solo busca crecer él, sino también tender puentes para que otros puedan hacerlo.
En tiempos de sobrecarga tecnológica y consumo fugaz, NEO apuesta por la creación auténtica, el trabajo colectivo y la fuerza de la música instrumental como un idioma universal capaz de narrar lo que las palabras no alcanzan.
En sus propias palabras: “La música me salvó y hoy quiero que sirva para salvar a otros, para que puedan expresar lo que sienten, lo que no se animan a decir. Ese es el verdadero poder del arte”.